La cantidad que se debe consumir diariamente puede variar según varios factores, como la edad, el peso, la salud general y las necesidades calóricas individuales. La Organización Mundial de la Salud (OMS) y otras instituciones de salud sugieren que el consumo de azúcares añadidos, incluida la miel, se limite al 10% o menos de la ingesta calórica diaria total.
En términos prácticos, esto significa que las personas deben limitar su consumo de azúcares añadidos, y la miel cae en esta categoría. Aunque es una fuente natural de azúcares y contiene algunos antioxidantes y compuestos beneficiosos, sigue siendo alta en calorías y puede afectar los niveles de azúcar en la sangre si se consume en exceso.
Se recomienda moderar el consumo de miel y otros edulcorantes, optando por fuentes de carbohidratos más complejas y nutritivas siempre que sea posible. Además, es crucial considerar cualquier condición médica existente, como la diabetes, ya que el consumo puede afectar los niveles de azúcar en la sangre.
En general, es aconsejable seguir las pautas dietéticas generales y consultar a un profesional de la salud o un nutricionista para obtener recomendaciones más específicas basadas en las necesidades individuales y la salud personal.